lunes, 8 de diciembre de 2008
ADVIENTO
Bajo la herrumbrosa hoja de la guadaña cae, quejándose, el verde otoño. El prado limita con su pared de caliza el oscuro asalto de los robles. Es la hora lóbrega, cuando sólo el espejo moribundo del charco muestra el agonizante yermo del cielo. La sombra desagua sobre los valles. No hay estrellas.
Tomo tu mano y te digo: Quédate aunque hayas muerto. Quédate conmigo. Atardecer del tiempo donde el sendero ha ido a dar en una hemorragia de hierba sin huellas. Quédate aunque sólo seas frágil memoria.
Corona de muérdago. Roble.
Blanca corteza de los abedules.
Indescifrable caligrafía de la primera nieve.
Velas que arden en lo oscuro.
Espino albar quemado en el corazón.
Era Noviembre sin piedad.
Agua gris golpeada de rosas.
Inquietud sin esperanza.
De rodillas sobre la lápida
La soledad busca su otra mitad.
Aceite y sangre que arden
Y no hay otro nombre bajo el cielo.
En la luz contraída bajo nubes rosadas se agita la bandada de estorninos. Múltiple mancha que viene a sumergirse en los árboles aventada por la mano infinita. Allí, la helada nos ha besado esparciendo limaduras de sufrimiento. En esa herida de fríos labios fríos como la muerte se siembra de rodillas.
El tiempo añadido a tu corona,
deja caer sus lagrimas de cera.
domingo, 23 de noviembre de 2008
MEMORIA DE RAFAEL MOLINA
Esto sucedió el día que conocí a Rafael Molina, que regentaba en horario de tarde una librería de viejo situada frente a la iglesia de San Sebastian, en la madrileña calle de Atocha. Por las mañanas ejercía de subordinado en una empresa que fabricaba trenes. Aquella oficina,-por lo que él contaba a veces- debía de ser mas bien siniestra, y el espacio de libertad, la ruta de escape, eran para él unas pocas horas de la tarde en la librería.
Entre aquellos miles de volúmenes que exhalaban ese olor que tantas veces reputamos como abominable y dulzón, nos vimos y hablamos muchas veces, muchas. Aun así, cuando se fue, lamenté que no hubieran sido más.
Rafael era un hombre atento, circunspecto, amable y cumplido. Siempre la impecable chaqueta cruzada –a lo Tierno Galván-, la sempiterna pipa en la mano, y como fondo ambiental una pequeña radio con el dial clavado eternamente en la música clásica. Rafael era también melómano, wagneriano y , sobre cualquier director de orquesta, partidario de Ataúlfo Argenta.
Como librero de lance, su amor por los libros y su maduración en copiosas lecturas lo invalidaban un poco. Le faltaba ese instinto de presa propio de los que hacen negocio. Su bondad y empatía con los clientes, le hacían marcar a la baja los precios, y era incapaz –en la espinosa zona de las compras- de aprovecharse de la circunstancial debilidad del que acude a vender sus libros a la librería de lance. Nunca se aprovechaba de las circunstancias y, en más de una ocasión, le ví tasar por encima del valor-perdiendo en la compra-solo por que el cliente era alguien especialmente débil.
En aquel espacio maravilloso, que pese a no contar con aire acondicionado tenia un microclima propio, frío en verano y cálido en invierno, pasamos muy buenos ratos, charlando a veces con personajes interesantes, de esa galería de tipos que el libro viejo atrae y reúne por extrañas afinidades. Ambos compartíamos un mismo mundo de lecturas y también un cierto sentido, fundamentalmente estoico y escéptico, de la vida.
En el fondo de la librería, justo antes de la tenebrosa trastienda también llena de libros en cajas de cartón, se hallaba el puesto de mando, iluminado por un pequeño flexo. Bajo su luz, la cajita del dinero, las pipas, el cenicero lleno de cerillas consumidas en sucesivos y frecuentes encendidos y, siempre algunos libros, las lecturas del tiempo. Mas atrás, una gran estantería repleta cerraba la perspectiva y , en ella, colgada a media altura, una foto en blanco y negro de un gato también blanco y negro.
Rafael partió con rapidez y antes de tiempo. Fue fulminado por un infarto en el salón de su casa, sentado en un sillón y con un libro en las manos. La semana anterior había sido especialmente dura en la oficina siniestra de las mañanas, un nuevo jefe recién llegado a la corte desde Beasain o donde estuviera la maldita fabrica de trenes, había puesto a prueba la paciencia de nuestro hombre, hasta el punto de que en los últimos días, casi no se quitaba la pipa de la boca, ni para comer. Cuando supe la noticia, les maldije de corazón.
Recordé entonces que, no hacia mucho, habíamos hablado de la muerte. La cosa vino por un comentario sobre la versión de la Biblia de los setenta. En ésta, no se nombra para nada a Jeovah, sino que el nombre inefable es Adonai. Cuando nos despedimos me dijo: “Bueno, pienso que cuando nos toque ir a ver a Adonai, lo que espero que suceda es que todo hombre , animal o planta que haya sufrido, sea compensado”.
Ahora, mucho tiempo después, imagino que el cielo de Rafael Molina será algo como la inmensa y borgiana biblioteca de Babel, pero donde también suenen los últimos lieder de Strauss y haya excelentes tabacos de pipa , gatos elásticos e inteligentes y agradables conversaciones con su puntito de ironía y humor. Donde el descanso eterno sea un movimiento eterno hacia el conocimiento. Una teología a medida de los buscadores de la verdad y de los que viajan a través de los libros.
Si. Uno de estos fue Rafael Molina, amigo de los libros.
Y amigo de los gatos.
sábado, 22 de noviembre de 2008
LE LLAMABAN BODE
El caso fue , o había sido que ,antes de irse a la Legión, ya haba dado muestras de un carácter peculiar, mas dado a la acción que al pensamiento. Se haba pirado de la casa familiar, y dormía en un nicho del cementerio, o por lo menos eso me dijeron. algunos que nunca llegaron a saber su nombre, y solo le apodaban Pariente.. lo que si llego
a ser cierto fue que, un día, en compañía de otros, una pandilla de adolescentes, y como fin de fiesta de una queimada en los pinos, al regresar todos caminando a la ciudad y , aprovechando que el camino discurría junto al cementerio del pequeño villorrio de V* , alguien ,en broma, le desafió a saltar al interior del camposanto,…El Bode, en el que como he dicho, la acción precedía al pensamiento, no se lo pensó dos veces, y el resultado de aquella macabra sesión, fue la violación de una sepultura y el trofeo conseguido, la cabeza de un difunto. Con la cabeza en las manos volvieron a la ciudad.
La aventura se prolongo unos días más, en los que los restos humanos fueron conservados en un cubo lleno de orujo, quizá del mismo utilizado para las libaciones que produjeron el hecho. Después apareció el miedo, junto con la noticia en los periódicos que hablaba del vandálico acto…y decidieron dejar la cabeza en un banco de la catedral. La llevaron en taxi.
Después de esta macabra hazaña, y ,previo paso por el talego provincial, el Bode desapareció y apareció intermitentemente por la pequeña ciudad, mostrando un cierto incremento psicopático. Allá donde iba, la bronca le acompañaba. Las borracheras iban unidas a violentos altercados y, en esto andaba, cuando llego el dia, su dia….
Allí estábamos. En un sótano que el oscuro Hermann, uno de nuestros colegas había alquilado y era usado como picadero y lugar de esparcimiento y drogadicción. Allí estábamos, fumando. En el tocadiscos sonaba el Aftermath de los Rolling ,como decíamos entonces, cuando unos golpes en la puerta vinieron a cortarnos el rollo. Cuando Jávi , otro de los presentes, fue a abrir, nos encontramos con una visión espantosa: El Bode estaba en el umbral, empuñando una escopeta de caza, y con cara de loco. Venia alterado, fuera de si mismo, y nos largó una confusa explicación, de la que dedujimos que el tipo venia de atasabar a dos personas. Una pareja de novios que se magreaba en un coche aparcado en el polígono. El Bode había disparado contra ellos, y ni siquiera podía dar una explicación racional de porque lo había hecho.
El miedo corrió entre nosotros como una ardilla que se escapa, y pronto nos encontramos todos fuera del edificio. Dentro dejamos al Bode, que comenzaba a entregarse a la desesperación. Tras un apresurado conciliábulo, nos fuimos cada uno por nuestro lado. Unicamente Hermann ,como responsable identificable de aquel lugar, se decidió a llamar a la policía e informar de la situación.
A partir de aquí los sucesos se precipitaron. A la mayor brevedad llegaron al lugar los policías, toda una numerosa sección de maderos armados de porras, pistolas y granadas de gas. Con megáfonos exigieron la rendición . Siléncio. Después, a través de las ventanas que estaban a ras de suelo, lanzaron sus granadas de gas lacrimógeno. Silencio. El sitiado se mantuvo obstinadamente en silencio.
Después de esto llego el asalto. Rompieron la puerta y entraron. Alli estaba el hombre. Muerto totalmente. Esa era la razón de su obstinado silencio. Al parecer, antes de que llegaran las fuerzas policiales, había construido una rudimentaria máquina de suicídio . Con un cordel pasado por la manilla de la puerta, y por los
gatillos de la escopeta ,apoyando el pecho sobre esta, logró que los dos cañones dispararan a la vez. El blanco: el corazón.
Lo siguiente que recuerdo fue la misa de funeral. No había nadie, o casi nadie. Unicamente reconocí a dos amigas comunes sentadas en el ultimo banco como vírgenes prudentes. Al lado de las gradas del altar, los padres del Bode lloraban.
Realmente, la oración fúnebre fue pronunciada unos días después, cuando alguno de los testigos de aquella terrible ordalía nos encontramos de nuevo fumando unos flais junto a las paredes de la facultad de veterinaria y ,fue pronunciada-como no-por Hermann en persona ,que de manera displicente ,largó como una queja su comentario, mientras parsimoniosamente le daba fuego al porro: “…¡Y además, nos dejo sin música…cayó sobre el tocadiscos¡”
domingo, 9 de noviembre de 2008
PEQUEÑA REIVINDICACION DEL MENDIGO INGRATO
Busqué sin resultado. Después de un año,en una fría mañana madrileña encontré, en el rastro, un ejemplar de su primera novela “Le Desespere” y cosa de quince minutos después-tan poco digno de ser adorado es el azar-,un ejemplar ya tatuado por el oxido de las “Cartas a Maritain y van der Meer”.
La lectura de esa primera novela: Le Desespere (1886), que significo para su autor el ostracismo en la comunidad literaria francesa, tuvo efectos deslumbrantes. En ella, un antihéroe, un alter ego con nombre resonante y simbólico -Cain Marchenoir- desarrolla una teoría de la historia, providencialista y libertaria a la vez, escandalosamente anacrónica, antes de despachar en una memorable cena, todo el panorama literario de la época, ajusticiando uno a uno a sus literatos.Demasiado.
A partir de entonces me convertí en un devoto, o en un fan, o simplemente en un lector de León Bloy.
Viajé a través de sus panfletos terribles.Textos como “La sangre del pobre”,donde un catolicismo absoluto inspira una critica tan acerada que ,a su lado, leer a Kropotkin o a Pestaña,me parecía perder el tiempo miserablemente entregado a la miopía revolucionaria.Me sumergí en su “Exegesis de los lugares comunes”,libro de cabecera, al que se puede entrar por cualquier pagina, para encontrar en todas y cada una,la disección de la figura burguesa en todos su atributos.Esta es una obra que resulta fundamentalmente inactual y, por tanto, de lo mas actual que se pueda pretender.
Y después,ya deslumbrado,puse mis pecadores ojos sobre sus “Diarios”,que a mi juicio son lo mas fundamental y cargado de su producción.Entre ellos esta ese seudónimo que utilizó para dar titulo a uno de sus cinco tomos: El Mendigo Ingrato
Bloy no es una lectura para niños, ni para optimistas, si a estas alturas queda alguno. Su desprecio por todos los signos de modernidad es patente, asistió a la llegada del automóvil, sancionándolo con un latigazo en latín: “uterus ab tumulus 100 Km. hora”, es decir, más o menos del útero al sepulcro con mas rapidez. A esto lo llamó:”abundancia de medios de huida”.
Tampoco encontraran aquí su solaz los humanistas antiglobalización de la hora presente. Resulta demasiado anacrónico, de un nacionalismo que pronostica un tremendo castigo por el envilecimiento de su patria (Francia). Naturalmente, el castigo llegó en 1940.No pudo verlo. Bloy passed away en 1917.
Pero resulta un buen autor para los sufridores y para los que padecen hambre y sed de justicia, para los que ven el oscurecimiento del horizonte histórico y la creciente marea de estupidez militante ahogar los últimos vestigios de humanidad y apagarse los últimos destellos de belleza. Para esos, León Bloy es una buena lectura, como también lo es Nietzsche, incluso para los que sufren de si mismos.
La buena suerte final de este oscurecido y olvidado escritor es que alguien en alguna editorial ha decidido que alguna de sus obras se reedite, aquí, en esta tierra de nuestros dolores y por tanto aún se pueda encontrar en las librerías.
sábado, 7 de junio de 2008
de los angeles hechos ceniza
martes, 20 de mayo de 2008
El cartero lleva una carta
Esto es un pensamiento sin duda importante para alguien que ,como yo,se gana la vida como repartidor postal,lo que el vulgo llamo siempre “cartero”..:“desde lo alto de la majestad de todos los sueños,cartero en la ciudad de Leon. O ayudante de contable en la ciudad de Lisboa.”¿ Has leido a Pessoa,Julieta?. Después, y ya con prisa,pase frente al super,solo por ver de refilón auna de las cajeras,a la que amo primaveralmente desde lo profundo del corazon sin atreverme hasta ahora a decirle nada,ya ves,de nuevo incomunicación.Silencio y ruido son la misma barrera.O prisa y falta de tiempo,o carencia de palabras,o…,en fin, el resultado es que cada mañana uno sale dentro de la burbuja,y cuesta siempre un esfuerzo romperla y aun mas decir algo ,y aun mas todavía decir algo que sea un poco verdad, sin descansar blandamente o cotidianamente en lugares comunes o bobadas.Por algo habian quedado en mi memoria los versos del poeta Casariego,y se habia ido el nombre del filosofo griego.Hasta las palabras pueden formar una barrera como el silencio o el ruido,aislando,incomunicando,dejandote solo en la burbuja. En los versos de Casariego la significacion se apoyaba en “nuestras propias palabras” y sobre todo en el verbo en pasado :“parecia imposible”.¿Son “nuestras” las palabras?:No,no lo son.-me dije-. Sabes Julieta…..A veces creo que las palabras,algunas palabras,han dejado de significar lo mismo para unos y para otros,o simplemente han dejado de tener significado.En una vieja película de Godard:.”Alphaville”,se describe una sociedad en la que el control del lenguaje forma parte del control del pensamiento y ,por tanto, del control social.Cuando el detective Lemmy Caution llega a la ciudad de Alphaville procedente de los paises exteriores ,se aloja en una habitación de hotel,en el que como en todas las habitaciones de hotel del mundo anglo,hay una Biblia.En realidad,la Biblia habia sido sustituida por un diccionario o ,en otras palabras,la palabra de Dios sustituida por la palabra de los hombres.En tal diccionario faltaban palabras,.¿Qué ha pasado con la palabra “conciencia”? en Alphaville nadie “recuerda” lo que significa…,tambien en Orwell “1984” ,ese feroz estalinismo del futuro controla una neolengua,un idioma para los esclavos,definido por el poder,un cambio en el lenguaje,que es la manera de “estar en el mundo” propia de los hombres,produciria una cambio en la escala del poder,y como consecuencia una total liquidación de la libertad. Ahora,miro las cosas y pienso en estas utopias negativas,noto ciertas semejanzas,y en el fondo del pensamiento,asoma oscuramente el miedo.Ahora que lo pienso,cada vez que hablo contigo por el Messenger,siento después una sensación de irrealidad,como si la comunicación no fuese completa,como si faltara algo…¿Qué?.De nuevo en la burbuja,y aun mas,en la gran burbuja del ciberespacio.Mediatizados por el programa,por una interface que tendemos a tomar como realidad,por un lenguaje amputado,abreviado,una especie de neolengua tambien como la de Orwell,que encubre el terrible vacio,la ausencia del significado./ Por todo ello,decidi enviarte esta carta…,y fabrique mi tinta,frotando sobre un tintero de piedra,como hacen los caligrafos japoneses,y escogi el papel,un verjurado de color marfil con puntizones ,corondeles y filigrana,y la pluma,de un acero triste,para que fuera diferente,esto es, para que todo significara algo,para que quedara un trazo en el fluir del tiempo,una huella en la terrible guerra de la memoria contra el olvido./ (…) Estas palabras,Julieta,tienen voluntad de ser hasta el final,escritas en papel,hasta que un fuego de ramas secas ,o los acaros, o los ratones,o simplemente la acidez del papel, den con ellas en el no ser,en el polvo.Sera como si nunca hubiera sucedido nada,una victoria mas del silencio,de la entropía,del olvido sobre la memoria.Pero habran estado ahí,o como dijo el clasico,”polvo seran,mas …”
sábado, 17 de mayo de 2008
Una palabrita sobre el malditismo.Por Juan Castellano,denigrador.
Pequeña patologia de bibliofilos,bibliomanos y bestias libreras
La mistica del libro,sobre todo del libro viejo,se revela como una de estas sutiles formas de estupidez militante y disfrazada,como no,de sabiduría. Ya la palabra “bibliofilo” es una palabra fea;es como decir perrofilo o gatofilo,son palabras monstruosas,deformes,mostrencas .Pero es lo que hay para designar al amante de los libros,es decir,al que mantiene con ellos una seria relacion,mas alla del uso y disfrute razonable;el que los ama y posee,y quiere mas de eso mismo. Una vez inoculado el virus,la enfermedad se desarrolla como “bibliophilia perennis” .Es incurable.No hay exorcismo que pueda con este demonio. Realmente,el individuo no ha sido afectado mas que de mitomania pero,esta vez,relacionada con uno de los objetos para los que toda fabulación es poca:el libro. Es simplemente una captura del animo por las cosas,lo que nos lleva a enunciar: “Todo coleccionismo es monstruoso”. - .-Tres variantes de la enfermedad. 1.-El GANGUERO.- Es el primero de todos.Es ese individuo que visita la librería de lance y recorre detenidamente todas las secciones.Abre,hojea,mira el precio y vuelve a dejar el libro en su sitio.Despues de la detenida visita,dice adios y se va. En realidad,suele buscar el libro mal marcado por el librero,por el placer teorico de adquirir a cinco lo que vale veinte.En caso de compra,se declara regateador y cuando el precio ha bajado,todavía pide mas.Es un ser abominable. Por otra parte,tambien existe la enfermedad en el librero.El librero ganguero es el desvalorizador por principio de los libros que le llegan,aunque por dentro arda en ansias de posesion.Ambos dos,librero y ganguero,son un alma unica llena de doblez y disimulo. 2.-EL BIBLIOMANO.-,Esto es,el bibliofilo maniatico.Este ha sido poseido por la mania del libro y suele ser un obseso del exterior.Pesadilla de encuadernadores y restauradores,exige la perfeccion como si el libro hubiera sido creado ex nihilo. Devoto del papel de aguas,de las bellas pieles de antaño (los cueros rusos,las cabras del Cabo),de los hierros con firma (Oh Le Gascon,el viril y honrado Middleton o el gran Palomino).Su coleccionismo confirma la brutal victoria del dinero. 3.-EL LECTOR DEVORADOR:.El cubil de esta alimaña es ya una leonera en su juventud,y no ha dejado de acumular libros desde entonces.Nunca purga su biblioteca y,en consecuencia,aquello exhibe un pathos que amenaza con hundir el inmueble.Doce mil volúmenes acompañan a un solo individuo,fijandole irrevocablemente a un lugar.!Que triste!. Suelen haber perpetrado poesia en su juventud,lo que nos hace presumir una infancia triste,en la que sus compañeros les excluian sistemáticamente de los afanes balompedicos,y asi fueron volcados hacia el libro,y en el estan todavía. Aparte de los especimenes ya citados,existen otras variantes claramente nocivas.Podriamos alinear junto a los bibliofagos (o seres que se alimentan del libro,xilofagos,polillas,acaros) al mercader de laminas,criatura que aparece en los tiempos modernos. EL MERCADER DE LAMINAS es aquel que compra libros antiguos con el fin de extraer las ilustraciones,venderlas y vivir de ello.Tras de si va dejando cadáveres de libros ya desfallecidos y disminuyendo el numero de ejemplares vivientes. Su alegria es nuestra tristeza.!Lloremos por un Quijote ilustrado por Dore’! BESTIAS LIBRERAS.El termino “bestias libreras” fue expelido por la prodigiosa mente de Ramon G. de la S. para designar lo innominado.Lo mas extremo en el planeta de los viejos libros. Estas bestias,como alguna de las del Apocalipsis,estan en un ser-no ser;asi que las ha habido,y puede que quede alguna. Bestia librera fue don Marcelino Menendez Pelayo.Tambien lo fue el inclito abogado y politico Francisco Silvela que,después de ver agarrotar a su ultima cliente,retirose al amparo de quince mil volúmenes,antes de pasar definitivamente ad patres. Otra bestia librera fue el Marques de Jerez de los Caballeros,calificado de “unico bibliofilo español” por el malicioso “Bibliophile Jacob” .Su tremenda biblioteca,en la que fallecio a resultas de una caida cuando intentaba extraer un volumen de la quinta estantería,subido en una endeble escalera,cayo en poder del magnate norteamericano Huntington y,por ende ,a la Hispanic Society ,en una tragedia que el propio Menendez Pelayo comparo a la perdidad de las colonias.El carácter del Marques fue tildado por sus contemporaneos de munificente y,a la vez,mezquino. Entre nuestros contemporaneos hay algunas bestias libreras que no se conmoverian ni ante la posesion de un ejemplar del Salustio impreso por Ibarra,del que se dice que es la joya de la imprenta española. Esos tales,para quienes la primera edicion del Romancero Gitano,con la orteguiana tipografia de la Revista de Occidente es causa de tanta emocion como la posesion de un ejemplar autografo de Lafuente Estefanía o Perez y Perez. Asi pues,ante el devoto emocionado se ha oido decir:”¡No me diga!.Asi que…,¡una primera de Juan Ramon!,…¡vaya,vaya!”…seguido de una risa infernal. En ultimo lugar,mencionaremos la absoluta heterodoxia de los piromanos de libros,bien sean aquellos cenobitas salvajes que acabaron con la biblioteca de Alejandria,o mas modernamente los mozos de las SA,o los ideologizados golfos de tea y gasolina que convirtieron en cenizas magnificas bibliotecas en la España de la segunda Republica. Podemos llegar aun mas cerca en el tiempo con el recuerdo de alguna de aquellas nuestras abuelas que,en pillandote leyendo un libro,te lo arrancaban de las manos y lo entregaban a las llamas de la cocina. Al final,los libros resultan ser amados con un amor sin medida que,como toda pasion,causa victimas.