Le llamaban Bode. Su nombre: desconocido, aunque quizá pasara bajo mis ojos en la esquela fúnebre del periódico local. Solo recuerdo que era un tipo fornido ,de pelo rizado y ojos claros. Su carácter, aparte de irascible, también era un poco infantil. De vez en cuando, me lo encontraba en un bar del centro y jugaba con el alguna partida de ajedrez En aquellas circunstancias, algo como un sexto sentido me decía que le dejase ganar. ,Quizá mi inconsciente intuía la necesidad de conservar un cierto equilibrio, pasado el cual solo sería posible la caída .A esto contribuían las historias que me contaba mientras jugábamos, historias que solían ser mas bien truculentas, aunque después pensé que ,en el fondo, eran mas bien exageradas. El tipo haba pasado por aquella olvidada guerra del Sahara enfundado en el uniforme de la Legión, usando el lanzallamas, después de envolver a algún moro en alambre de espino, como para terminar la tarea. Patrullas. Emboscadas. Puñaladas al centinela etc etc. Y después de esto, había regresado a la pequeña capital de provincia.
El caso fue , o había sido que ,antes de irse a la Legión, ya haba dado muestras de un carácter peculiar, mas dado a la acción que al pensamiento. Se haba pirado de la casa familiar, y dormía en un nicho del cementerio, o por lo menos eso me dijeron. algunos que nunca llegaron a saber su nombre, y solo le apodaban Pariente.. lo que si llego
a ser cierto fue que, un día, en compañía de otros, una pandilla de adolescentes, y como fin de fiesta de una queimada en los pinos, al regresar todos caminando a la ciudad y , aprovechando que el camino discurría junto al cementerio del pequeño villorrio de V* , alguien ,en broma, le desafió a saltar al interior del camposanto,…El Bode, en el que como he dicho, la acción precedía al pensamiento, no se lo pensó dos veces, y el resultado de aquella macabra sesión, fue la violación de una sepultura y el trofeo conseguido, la cabeza de un difunto. Con la cabeza en las manos volvieron a la ciudad.
La aventura se prolongo unos días más, en los que los restos humanos fueron conservados en un cubo lleno de orujo, quizá del mismo utilizado para las libaciones que produjeron el hecho. Después apareció el miedo, junto con la noticia en los periódicos que hablaba del vandálico acto…y decidieron dejar la cabeza en un banco de la catedral. La llevaron en taxi.
Después de esta macabra hazaña, y ,previo paso por el talego provincial, el Bode desapareció y apareció intermitentemente por la pequeña ciudad, mostrando un cierto incremento psicopático. Allá donde iba, la bronca le acompañaba. Las borracheras iban unidas a violentos altercados y, en esto andaba, cuando llego el dia, su dia….
Allí estábamos. En un sótano que el oscuro Hermann, uno de nuestros colegas había alquilado y era usado como picadero y lugar de esparcimiento y drogadicción. Allí estábamos, fumando. En el tocadiscos sonaba el Aftermath de los Rolling ,como decíamos entonces, cuando unos golpes en la puerta vinieron a cortarnos el rollo. Cuando Jávi , otro de los presentes, fue a abrir, nos encontramos con una visión espantosa: El Bode estaba en el umbral, empuñando una escopeta de caza, y con cara de loco. Venia alterado, fuera de si mismo, y nos largó una confusa explicación, de la que dedujimos que el tipo venia de atasabar a dos personas. Una pareja de novios que se magreaba en un coche aparcado en el polígono. El Bode había disparado contra ellos, y ni siquiera podía dar una explicación racional de porque lo había hecho.
El miedo corrió entre nosotros como una ardilla que se escapa, y pronto nos encontramos todos fuera del edificio. Dentro dejamos al Bode, que comenzaba a entregarse a la desesperación. Tras un apresurado conciliábulo, nos fuimos cada uno por nuestro lado. Unicamente Hermann ,como responsable identificable de aquel lugar, se decidió a llamar a la policía e informar de la situación.
A partir de aquí los sucesos se precipitaron. A la mayor brevedad llegaron al lugar los policías, toda una numerosa sección de maderos armados de porras, pistolas y granadas de gas. Con megáfonos exigieron la rendición . Siléncio. Después, a través de las ventanas que estaban a ras de suelo, lanzaron sus granadas de gas lacrimógeno. Silencio. El sitiado se mantuvo obstinadamente en silencio.
Después de esto llego el asalto. Rompieron la puerta y entraron. Alli estaba el hombre. Muerto totalmente. Esa era la razón de su obstinado silencio. Al parecer, antes de que llegaran las fuerzas policiales, había construido una rudimentaria máquina de suicídio . Con un cordel pasado por la manilla de la puerta, y por los
gatillos de la escopeta ,apoyando el pecho sobre esta, logró que los dos cañones dispararan a la vez. El blanco: el corazón.
Lo siguiente que recuerdo fue la misa de funeral. No había nadie, o casi nadie. Unicamente reconocí a dos amigas comunes sentadas en el ultimo banco como vírgenes prudentes. Al lado de las gradas del altar, los padres del Bode lloraban.
Realmente, la oración fúnebre fue pronunciada unos días después, cuando alguno de los testigos de aquella terrible ordalía nos encontramos de nuevo fumando unos flais junto a las paredes de la facultad de veterinaria y ,fue pronunciada-como no-por Hermann en persona ,que de manera displicente ,largó como una queja su comentario, mientras parsimoniosamente le daba fuego al porro: “…¡Y además, nos dejo sin música…cayó sobre el tocadiscos¡”
sábado, 22 de noviembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Queda aún abierta una cuestión.¿Que paso con la pareja a la que el Bode disparó?.La respuesta fue:heridas leves.El arma llevaba munición para codornices y no postas alambradas para jabalíes,asi que la cosa se saldó con un poco de hospital.Paradojicamente,el único fallecido fue el Bode..et requiescat in pace.Amén.
Publicar un comentario