domingo, 9 de noviembre de 2008

PEQUEÑA REIVINDICACION DEL MENDIGO INGRATO

Amigos presentados por los libros .Encontré a León Bloy a través de las paginas de Borges y Junger.Ambos lo adscribian al rango de los profetas.
Busqué sin resultado. Después de un año,en una fría mañana madrileña encontré, en el rastro, un ejemplar de su primera novela “Le Desespere” y cosa de quince minutos después-tan poco digno de ser adorado es el azar-,un ejemplar ya tatuado por el oxido de las “Cartas a Maritain y van der Meer”.

La lectura de esa primera novela: Le Desespere (1886), que significo para su autor el ostracismo en la comunidad literaria francesa, tuvo efectos deslumbrantes. En ella, un antihéroe, un alter ego con nombre resonante y simbólico -Cain Marchenoir- desarrolla una teoría de la historia, providencialista y libertaria a la vez, escandalosamente anacrónica, antes de despachar en una memorable cena, todo el panorama literario de la época, ajusticiando uno a uno a sus literatos.Demasiado.
A partir de entonces me convertí en un devoto, o en un fan, o simplemente en un lector de León Bloy.
Viajé a través de sus panfletos terribles.Textos como “La sangre del pobre”,donde un catolicismo absoluto inspira una critica tan acerada que ,a su lado, leer a Kropotkin o a Pestaña,me parecía perder el tiempo miserablemente entregado a la miopía revolucionaria.Me sumergí en su “Exegesis de los lugares comunes”,libro de cabecera, al que se puede entrar por cualquier pagina, para encontrar en todas y cada una,la disección de la figura burguesa en todos su atributos.Esta es una obra que resulta fundamentalmente inactual y, por tanto, de lo mas actual que se pueda pretender.
Y después,ya deslumbrado,puse mis pecadores ojos sobre sus “Diarios”,que a mi juicio son lo mas fundamental y cargado de su producción.Entre ellos esta ese seudónimo que utilizó para dar titulo a uno de sus cinco tomos: El Mendigo Ingrato

Bloy no es una lectura para niños, ni para optimistas, si a estas alturas queda alguno. Su desprecio por todos los signos de modernidad es patente, asistió a la llegada del automóvil, sancionándolo con un latigazo en latín: “uterus ab tumulus 100 Km. hora”, es decir, más o menos del útero al sepulcro con mas rapidez. A esto lo llamó:”abundancia de medios de huida”.
Tampoco encontraran aquí su solaz los humanistas antiglobalización de la hora presente. Resulta demasiado anacrónico, de un nacionalismo que pronostica un tremendo castigo por el envilecimiento de su patria (Francia). Naturalmente, el castigo llegó en 1940.No pudo verlo. Bloy passed away en 1917.
Pero resulta un buen autor para los sufridores y para los que padecen hambre y sed de justicia, para los que ven el oscurecimiento del horizonte histórico y la creciente marea de estupidez militante ahogar los últimos vestigios de humanidad y apagarse los últimos destellos de belleza. Para esos, León Bloy es una buena lectura, como también lo es Nietzsche, incluso para los que sufren de si mismos.
La buena suerte final de este oscurecido y olvidado escritor es que alguien en alguna editorial ha decidido que alguna de sus obras se reedite, aquí, en esta tierra de nuestros dolores y por tanto aún se pueda encontrar en las librerías.

2 comentarios:

Ego dijo...

en realidad cuando leí su texto sobre los bibliofilos me senti agredido,quiza sin razon, pero tube la necesidad de defender el amor obsesivo por los libros. El libro es un objeto magico, un simbolo de las historias, del conocimiento que pueden contener. Y utilice las palabras de alguien con mas talento que yo para defender la causa...

Miguel Lukas dijo...

Bloy comprendió bien el núcleo esencial del cristianismo: el impulso sacrificial, airado, asesiano,suicida, nihilista... Dice en la entrada del 24 de agosto de 1905 ( día de San Bartolomé ) que la matanza famosa actualiza la Liturgia.

Leon bloy: Diarios, Barcelona, 2007